Gabriela Olinda Pizarro Arteaga es una joven líder peruana que actualmente cursa el Bachillerato Internacional en UWC Changshu China. Impulsada por su pasión por la educación, la sostenibilidad y la equidad social, ha dedicado los últimos años a fomentar el liderazgo juvenil y el empoderamiento de las mujeres en comunidades rurales. A través de su participación en Integra Joven y RENAJE, así como su reconocimiento en programas como Youth Ambassadors del Departamento de Estado de los EE. UU. y el IEI Global Leadership Challenge, Gabriela representa a una nueva generación de agentes de cambio que está dando forma al futuro del Perú.
Cómo conocí UWC
Entrar a un UWC había sido una meta que me propuse hace más de tres años. Después de la decepción de no haber sido aceptada en un Colegio de Alto Rendimiento (COAR) en 2023, todavía mantenía el sueño de estudiar en un colegio que ofreciera una educación integral, una que combinara la excelencia académica con CAS, liderazgo y crecimiento personal.
Siempre he sido de las que siguen adelante, de las que buscan otra puerta cuando una se cierra. Esa mentalidad es la que me llevó a UWC. La primera vez que oí hablar de UWC fue a través de mi hermano, que tenía experiencia con programas de intercambio. En ese entonces, yo solo estaba en tercer año de secundaria, pero recordaba que él había mencionado UWC años antes, cuando yo todavía estaba en primaria. Solía visitar la página web de UWC y me preguntaba: «¿Cuándo llegará por fin mi turno de postular?». Y finalmente, ese momento llegó: 2024 se convirtió en el año que tanto había esperado.
Postular a UWC no es algo que se decide de un día para otro. Requiere un camino, uno forjado con liderazgo, servicio y un compromiso genuino con el crecimiento. Yo había construido ese camino a través del voluntariado, el intercambio de experiencias y mi deseo de crear un impacto significativo. Así que, cuando finalmente fui seleccionada, todo cobró sentido. Cada desafío, cada obstáculo, cada pequeño paso me había estado preparando para esta oportunidad.
Lo que más me inspiró de UWC fue entender que no es solo una beca, es un movimiento. Un lugar donde estudiantes de más de 150 países se reúnen, viven de forma independiente, comparten sus culturas y aprenden unos de otros. Es donde dejas de ver el mundo a través de los titulares y empiezas a verlo a través de las personas: a través de sus historias, sus luchas y sus esperanzas.

El mejor momento de mi trayectoria: ser aceptada en UWC Changshu China
Era el 24 de febrero de 2025. Después de completar cinco etapas de selección —desde el formulario de postulación y el examen escrito hasta las dinámicas grupales y las entrevistas— hubo momentos en los que mi confianza empezó a decaer. Pero cada vez que miraba hacia atrás, me sentía orgullosa de la dedicación, la resiliencia y el corazón que había puesto en cada paso.
Recuerdo haber contactado a una estudiante llamada Milagros, que estudiaba en UWC Atlantic, con la esperanza de que me dijera cuánto solían tardar los resultados. Esperaba un correo electrónico. Lo que no esperaba era una llamada telefónica, tarde en la noche, justo dos días antes de mi cumpleaños. Me agregaron a un grupo llamado «UWC Perú» y me dijeron que había un problema con uno de mis documentos. Mi mamá estaba a mi lado y ambas empezamos a preocuparnos. Luego vinieron las preguntas: «¿Alguna vez has viajado a Asia?» y «¿Qué opinas de China?». Estaba confundida, pero respondí con sinceridad, diciéndoles cuánto admiraba a China por su disciplina, tecnología y su fuerte sentido de la puntualidad.
Y entonces llegaron las palabras que lo cambiaron todo:
«Tienes seis meses para prepararte, te enviamos a UWC Changshu China».
Rompí en llanto. No de miedo, sino de pura gratitud. Esas lágrimas llevaban el peso de cada desafío, cada duda, cada noche en vela que pasé soñando con una oportunidad como esta.
Recibir una beca completa se sentía irreal. Me acababan de conceder la Dare to Dream Scholarship, que cubre los dos años completos de estudio en UWC, una oportunidad que te cambia la vida y que normalmente se concede solo a dos estudiantes de los nueve seleccionados en todo el país. Lo único que yo tenía que cubrir era el vuelo, un pequeño detalle en comparación con todo lo que esto significaba. A partir de ese momento, empecé a prepararme: mejorar mi inglés, reunir los documentos del colegio, completar los exámenes médicos, conseguir firmas. Fue un proceso largo, pero cada esfuerzo valió la pena.
Y entonces, el 24 de agosto, tomé un avión a China.
Incluso ahora, se siente surrealista. Me había imaginado estudiando en algún lugar más cercano, quizás en Latinoamérica, nunca al otro lado del mundo, en Asia. Pero llegar aquí me demostró que los sueños te llevan exactamente a donde debes crecer, incluso si es más lejos de lo que jamás imaginaste.

Un vistazo a la vida cotidiana en UWC Changshu, China
Un día típico aquí está lleno de equilibrio, estructura y descubrimiento. Las clases son de lunes a viernes y suelo despertarme entre las 5:00 y las 6:00 a. m. Me gusta empezar el día temprano: me ducho, desayuno y repaso lo que voy a estudiar. El comedor abre de 7:30 a 8:30 a. m. y puedes ir en cualquier momento dentro de ese horario. Es como una cafetería abierta donde puedes elegir lo que quieras comer y la cantidad que quieras.
Nuestro horario depende de los bloques que elijamos. Por ejemplo, los lunes solo tengo dos clases y después tengo tiempo libre, aunque igual voy a almorzar. Cuando terminan las clases, la mayoría asistimos a las sesiones de Superando los grandes desafíos de la vida en una comunidad multicultural

Una nueva lente para ver el mundo: cómo UWC transformó mi perspectiva





